viernes, 11 de noviembre de 2011

CONFESIONES DE UN SUMISO, 2






Me puse de rodillas, sentí la posición humillante de mi entrega, de mi sumisión en este acto "cuasi" religioso. Para mí significaba un acto religioso, como mi primera comunión. Virginal mi entrega a Mi Maestro. Aquel Falo era su encarnación, mi comunión, mi sacrificio. No existía nada a mi alrededor, solo Un Falo enhiesto dispuesto a entrar dentro de mi. Fijé mi vista en toda la escena, quería fijar en mi mente todas las sensaciones, disfrutarlas, mi sexo estaba muy excitado, mi ano estaba muy relajado. Sólo existíamos Mi Maestro y yo. Todo lo demás era un decorado que no influía. Fijé mi mirada en Su Falo y lentamente me acerqué a oler, quería fijar en mi memoria su olor, olía todo lo que rodeaba a su falo.

Cerré los ojos y saqué la lengua, quería concentrar las sensaciones en mi boca, única sensación gozosa y placentera, quería desmenuzar los sabores y los olores de Su sexo, quería adorar las texturas, quería sentir el casi imperceptible latido de corazón en el bombeo de su sangre con cada latido. Quería acompasar nuestros latidos, hacerme uno con Él.

Fui lamiendo sus nalgas, sus testículos, sus glúteos. Yo tenía los ojos cerrados, sentía Su Falo rozándome distintas partes de mi cara, pero quería dejarlo para el final.

Cada centímetro de su piel dejaba grabado un código en mi mente. Llegué a su ano y mi lengua entró. Noté un leve movimiento, quizás de placer, de mi Maestro. Me gustó lamer esa zona tan sensible, dejé que mi lengua, mis labios y mi nariz se detuvieran allí. Intuía que mi Maestro estaba gozando: mi lengua húmeda, mis labios carnosos, mi nariz… era un festín para mis sentidos e intuía que también lo era para Él. En esta posición agarré su polla. Mi cara en su Ano, mis manos con su Falo, era una conjunción perfecta. El universo entero se manifestaba en esa sensación de placer, sumisión, humillación, entrega y gozo. Todo mi universo estaba allí y aún faltaba la conjunción definitiva.

Después del gozo anal de mi Maestro, éste se dió la vuelta.

- Ahora zorrita llegó la hora: mámamela.

Empecé a lamerla poco a poco. Quería saborearla. Pasé mi lengua por sus testículos y poco a poco fui lamiendo la base de su Polla. Mi lengua recorría gozosa desde la base hasta el capullo en sensaciones únicas, gozosas. Oí la voz autoritaria de mi Maestro.

- Trágala

Continuará

2 comentarios:

  1. ufffff, mucho qué hablar amigo mio...mejor en privado. Demasiadas senaciones para un corazón sensible como el tuyo.

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  2. Gracias M.M.S. siempre seguiré sus sabios consejos.

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